Una buena sordera

Mi abuelo suele decir que no hay nada mejor que una sordera bien administrada. Es decir, que el botón de «escuchar» hay veces que está en off de manera voluntaria.

¿Qué hacer cuando alguien no quiere escuchar? Pues dependerá mucho de quién sea la persona que tenemos delante. Si es un jefe tenemos dos opciones, o terminar el discurso y dedicarnos a darle la razón como a los locos o, insistir en nuestro discurso por si accionara el botón en algún momento…

Si sucede lo segundo tenemos suerte, una ventana se acaba de abrir delante de nuestras narices, tonto el último! Si pasa lo primero…bienvenido al club de los no escuchados!!!!

Da igual que estés elaborando una teoría que demuestre la cuadratura del círculo o que le estés vendiendo un cupón 2×1 en telepizza…el efecto va a ser el mismo.

Y si la persona que tenemos delante es…un cliente?? Qué hacemos??

Seguimos hablándole por si se nos aparece la virgen en algún momento? Nos mantenemos en silencio a costa de que piense que ha contratado a Homer Simpson? Qué?

Tengo una teoría, da igual quién te contrate…sabrá más que tu. Y si no es así…se esforzará porque lo parezca! Por fortuna no tengo clientes de este perfil pero…los tuve!!! Y te preguntas, » si esta persona me paga por asesorarle…por qué se empeña en hacer lo que él quiere y no lo que yo le sugiero?». Entramos aquí en el complejo mundo del cliente que paga pero no usa lo que paga, como el que se apunta al gimnasio y no va nunca…

Estimados clientes, escuchen a los profesionales a los que pagan. Y si no quieren escucharles…no les paguen! Habrá profesionales que disfruten cobrando por no hacer nada, no es mi caso, si un cliente me paga por algo me dejo la piel en que ese algo salga de sobresaliente, y me esfuerzo en ser escuchado. Si no es así….no se vosotros, pero yo no estoy para perder el tiempo.

Parte de la vida empresarial reside en hacerse valer y respetar, si en una reunión te sientes un cero a la izquierda…es que no tienes ni una cosa ni la otra.

Adelante mis valientes!!!!

Un comentario en “Una buena sordera

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