Poniendo un poco de amor

Una de mis primeras experiencias laborales fue en un gimnasio de Majadahonda. Mi jefe era una persona de 60 años muy alegre, tremendamente positivo y que ponía muchísimo cariño en todo lo que hacía. La atención que este hombre daba a sus socios era exquisita.

Cuando una tarde se averió un aparato de la sala, éste hombre lo reparó en tiempo récord y no paró hasta que la carcasa del aparato encajó perfectamente. Cuando ya se puso de pie me dijo: "Jose, qué poquito cuesta hacer las cosas con amor". Esa frase se me quedó grabada y a día de hoy es uno de los principales motivos que guían mi relación con las personas.

Por desgracia hoy en día me encuentro con muchas empresas al frente de diversos negocios donde el amor por el servicio, o el producto, vela por su ausencia. Quiero compartir con vosotros lo que me pasó este verano, en un pueblo de Orense. Reservé mesa para comer con unos amigos en un mesón que me recomendaron, los precios no eran abusivos pero desde luego no regalaban la comida. Pedimos unos entrantes a base de ibéricos y un poco de lacón. Cuando trajeron el plato de ibéricos me encontré con un plato loco, donde el jamón no era ibérico ni de broma y donde el queso y el lomo acababan de sacarse del blister del supermercado. Presentación cero.

Lo mejor fue cuando vino el plato de lacón. Me pusieron delante una pequeña bandejita de madera con lacón cortado a máquina. Punto y final. Yo me esperaba el típico platito gallego con lacón cortado con gracia, unas patatas hervidas, un poquito de aceite y pimentón…no sé. ..algo con un poquito de gracia, y más teniendo en cuenta dónde estábamos.

De segundo nos pedimos cada uno un chuletón y la verdad que la calidad era tremenda. Cuando llegó el postre y pude pedir la cuenta me salí del restaurante y fui a ver al encargado. Le dije "mira, perdona, no quiero ser el típico cliente que te dice cómo deberías hacer tu trabajo pero, permíteme que te diga que con los precios que tenéis y la fama que os ronda, me ha sorprendido mucho tanto el tema de ibéricos como el lacón. Los ibéricos no son ibéricos, no sé si aquí engañáis a alguien, pero cualquiera que sepa algo de gastronomía entiende que aquí os estáis riendo de él. Y el lacón…es la primera vez que me como un lacón así en Galicia, con tan poca gracia y tan poco amor. El chuletón era un espectáculo, pero entenderás que no vuelva a un sitio donde me venden cosas que no son, y me ponen un plato que parece que el cocinero está enfadado conmigo".

El responsable lejos de decirme que lo sentía se limitó a mover la cabeza, pedirme perdón y desear perderme de vista lo antes posible. Vi en sus ojos que lo que le estaba diciendo le importaba un pimiento…

Este restaurante, al igual que muchas empresas sean del sector que sean, si siguen en esta línea de no cuidar al cliente y no poner amor en lo que hacen verán cómo el día menos pensado todo eso se les vuelve en contra. Entonces será tarde para servir el lacón con un poquito de gracia…

@josenoblejasSMM

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