Liderar un equipo. Así a simple vista debería ser fácil, ¿verdad?. Coges a un grupo de personas, las dices cómo necesitas que se hagan las cosas, les entregas una lista de tareas y ale…a correr. Ahora bien, ¿vale todo el mundo para liderar un equipo de trabajo? La respuesta es clara: NO. Y me juego lo que queráis a que a todos os viene a la cabeza la figura de algún jefe (tirando a capullete) que os ha amargado la existencia durante una temporada. Amigos, amigas…en la sociedad no hay abundancia de líderes, hay jefes, hay jefazos y hay jefecillos, pero no hay líderes.
Una de las razones es porque llevamos mucho tiempo arrastrando una herencia de pensamiento que apuntaba a que, cuanto más cabrón es uno, mejor jefe es. Cuanto más miedo tengan mis empleados, mejor. Cuanto menos me vean de buenas, mejor. Y esa tendencia ya ha cambiado, pero no dentro de nuestras fronteras.
Y aquí lo voy a relacionar ya con lo mío, con aquello que conozco y sobre lo que puedo hablar. En Europa es impensable que un jefe le llame la atención a su empleado por usar redes sociales en tiempo de trabajo, y es así. La diferencia reside en que en Europa se potencia que los empleados usen redes sociales para que potencien la imagen de su empresa, y si quieren darse una vuelta por el timeline de paso, pues no pasa nada. Las empresas empiezan a entender que, si un empleado accede a Twitter para echar un vistazo, y ve algún tuit de su empresa, lo va a compartir. Y es así. Y tiene un efecto inmediato, se produce una comunión donde el empleado recomienda ese contenido, lo potencia entre su círculo de influencia y le dota de valor. Si el jefe de una compañía prohíbe el uso de redes sociales en la oficina, esta opción se la está cargando. Y para todos aquellos que ahora estén pensando que me he vuelto loco, debo aclarar que defiendo el uso de redes sociales en el trabajo…de manera responsable, si alguien está tres horas metido en Facebook lo más normal es que le echen a la calle, y ahí no tendría nada que decir.
Cuando entendamos que hay que potenciar a nuestro equipo de trabajo, porque son ellos los que potenciarán nuestra marca, nos empezará a ir mejor. Mientras sigamos pensando que el jefe maravilloso es el “amargaexistencias” seguiremos sufriendo en vano.
Quiero poneros ejemplos de esto que estoy diciendo. Y me vienen a la cabeza dos empresas que me tienen fascinado. Por un lado el restaurante “DiverXO”. No sólo tiene perfil oficial como restaurante si no que tiene a muchos de sus empleados que, orgullosos de estar donde están, se crean cuentas personales y se llaman @Alberto_Diverxo. Y este señor (que me lo acabo de inventar) usa su cuenta de manera personal (colgando lo que él considera oportuno) pero también se encarga de compartir contenidos de su restaurante, responder comentarios que le lleguen…es decir, ese empleado es el mejor embajador de marca que DiverXO puede tener.
Y no hablo de un perfil aislado, hay casi 10 perfiles personales, que se unen a la comunidad DiverXO, se encargan de airearlo a los cuatro vientos, y actúan como canal de difusión. Y me quito el sombrero, porque si no estuvieran bien liderados nadie en su sano juicio hace publicidad de un sitio en el que está a disgusto y a cuyo jefe no aguanta. Por muchos palos que le estén cayendo a Dabiz Muñoz, si un líder es buen líder, se ve a la legua. @Alberto_Diverxo el otro día contestaba en Twitter una pregunta sobre el horario de StreetXO y le mandaba la foto de la carta a una persona que no sabía qué platos servían…¡olé él!
El otro ejemplo me fascina por igual. Se trata del restaurante “La Mafia”, más concretamente el que tengo al lado de mi casa (justo dentro de los Cines Cinesa Manoteras), y al que suelo ir frecuentemente. No sólo están maravillosamente liderados, si no que ese liderazgo se ve desde el momento en que uno atraviesa la puerta. Ese ambiente de buen rollo y cordialidad es imposible conseguirlo si en vez de un líder hay un jefecillo con aires de grandeza. Este restaurante es una franquicia, y si yo un día montara uno, querría que se pareciera a él. En redes sociales se mueven divinamente, entrando a dialogar con los clientes que dejan sus comentarios abiertamente, retuiteando cosas, cuidando a su comunidad.
Y se da el caso de que una de sus empleadas (si vais a comer y os atiende Noe veréis las puertas del cielo abiertas) es activa en Twitter y hace exactamente lo que decía en el párrafo anterior, apoyar ciertos comentarios, potenciar los contenidos, ser una representante más de la marca en internet, lo que de cara a la empresa significa: más visibilidad, más credibilidad, un punto extra de valor de producto…y sobre todo, inspira seguridad y confianza, ya que ese buen rollo siempre se debe a algo. Por mucho que uno se esfuerce, si en el trabajo hay mal rollo, tarde o temprano, eso se percibe.
Estas dos empresas, cada una en su manera de entender la cocina, son el mejor ejemplo que puedo poner cuando hablo de crear embajadores de marca. Un embajador de marca puede ser un cliente contento, un amigo, etc…pero si esa figura la representa un empleado…eso es la releche. Así pues, potencia a tu equipo, porque ese equipo te potenciará a ti.
No seas estúpido, ir de sobrado o de jefe capullo no lleva a ningún sitio, no te recordarán con cariño, no habrás aportado nada a sus vidas, y para la empresa serás un número más, insignificante. Un amigo mío, hablando sobre su jefe, decía “está aquí todo el día, parece que va a heredar”, y es así, pero lejos de heredar (que ya os digo yo que no) es echar la vista atrás y ver todo lo que se ha perdido, el tiempo que le hemos quitado a nuestras familias, a nuestros amigos, en pro de algo que no llegará nunca a buen puerto. Mi próximo post se titula “Empresas pirata”, y ahí hablaré más de esto último.
Si tenéis un buen líder, enhorabuena. Si eres líder, y tienes un buen equipo…te ha tocado el Euromillón amigo. Potencia a tu equipo.